Para RebelChef, el pan es la escuela de la paciencia y amor por la nutrición.
No necesitas seguir comiendo panes llenos de químicos que alteran tu metabolismo, te producen ansiedad y congestionan tu digestión.
Qué tal si desde hoy cambias algo de tu dieta y reduces la tendencia a ciertas enfermedades?
La alimentación es medicina y el pan de hecho puede ser parte de tus nuevos hábitos.
El pan recrea todas las posibilidades de reencontrarnos con el ser humano paciente que habita en cada uno de nosotros, las masas son elementos vivos en todo momento y los cambios que experimentan las harinas nos enseñan sobre el autocuidado y la paz que solo viene de la salud y del bienestar.
Hacer pan para nuestro propio consumo es aprender a apreciarnos un poco más, es volver a la raíz y dejarnos instruir por el tiempo…es también aprender a callar y permitirle al silencio ser un buen asistente.
El pan es toda una escuela y se hace necesario desprender esa vanidad casi inherente a la cocina y dar valor al campo, aprender a dar valor al tiempo y a la técnica, son horas y horas de trabajo para vender un producto que a bajo costo sacia el hambre, un producto humilde que no requiere mas que disciplina para estar bien logrado, se parece a la danza, significa disciplina y horas pero sin entenderlo como una pieza rigurosa e insensible al cambio, todo lo contrario.
Hacer pan me recuerda porque soy artista y porque me gusta crear cosas, es como la magia del alquimista… por cierto, yo no era precisamente de las mejores en mis clases de química, pero la vida da vueltas y aprendí a amar la química de los alimentos cuando empecé a cocinar.
Con RebelChef florecen varias cosas pero por sobre todas ellas nuestro laboratorio de cocina es una de las prioridades, es como ese hijo que amamos infinitamente y al que dedicamos tiempo sin dar cabida a la palabra sacrificio; no se sacrifica nada cuando puedes hacer los que amas todos los días de tu vida!
Investigamos y el recurso local es nuestra nueva sana obsesión (si es que eso existe en el mundo) y gracias a tejer redes de consumo local ha llegado a nuestra mesa de trabajo la harina de ñame, el guineo verde, la ahuyama y el ñame morado y andamos buscando nuevas texturas. Experimentar es parte del performance cotidiano porque no se puede hacer cocina, química o la vida misma si no es a base de la experiencia…que sea buena o mala, pues bueno, que te puedo contar que no sepas!
Hoy producimos pan y es como un sueño, es mi sueño, es la nueva alegría de la cocina poder compartirlo y eso es solo gracias a este tiempo sin tiempo en que se convirtió la larga cuarentena en Colombia.
Tener que empezar de cero casi que me obligó a sacar una receta al mercado siguiendo mi instinto y sabiendo que haber dedicado horas de trabajo e investigación para algún buen propósito habían servido, pero con la sensación de esa incertidumbre que siempre habita el corazón de un cocinero al poner el plato sobre la mesa en espera de si gusta o no.
Es adrenalina pura lo que siente desde la cocinera del Coroncoro hasta el chef del restaurante con todas las estrellas Michelin; lo único que queremos es que nuestra comida guste, es el principio de la alimentación misma: permanecer en el recuerdo y ser casi parte de ti…en esa extraña necesidad de que te guste también habita el ego pero si logramos como cocineros deshacerlo y trascender esa condición humana tonta que superpone llamar la atención sobre todas las cosas importantes logramos entender y transformar la intención de la cocina y entonces cocinar porque quiero expresarte mi respeto, mi atención y la riqueza de mi espíritu. Cocinar y hacer pan porque has aprendido a amar la tierra sin necesidad de juicios y creando libertad. El pan debe ser para todos y el alimento nunca más ser sinónimo de desigualdad y enfermedad.
El pan es una tradición ancestral compartida por el mundo entero, es como lees aquí una reflexión y es también un noble alimento.
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