Pandemia, brisa y mar.

copia de mi artículo para Revista La Ración 


Autor: Diana Carolina Banquez Rodríguez / Cartagena

Cocinera y Artista

cuando la felicidad era caminar sin máscara...

Pandemia, brisa y mar…


Escribo desde Cartagena y espero que esta lectura sea casi un diálogo. En el caribe también vamos camino a la deshumanización y haciendo tránsito por la incertidumbre nos empezamos a reinventar fórmulas para la nueva normalidad que se instaló sin pedir permiso y a la par, también fuimos descubriendo lo insólito: esas formulas ya existían y nos hemos pasado la vida reintentando hasta lo imposible, no fuimos inspiración para Garcia Marquez de gratis; de alguna u otra manera ya existía la convivencia con las emociones que se acrecentaron durante el 2020. 

Reinventar se volvió el verbo odioso de moda en todas las latitudes y el caribe colombiano no fue excepción. 

Sobrellevamos un tiempo absolutamente complejo en medio del no saber y de frente a un Estado que faltó a las palabras de la misma constitución y se olvidó de protegernos. 

Cuando no nos mata, nos enferma. [6402…que no se le olvide]

El panorama sociopolítico y económico nos ofrece un horizonte obtuso y las brechas sembradas por una pandemia mundial no dan tregua en el Caribe, sin duda, los hechos reflejan la perdida de lo poco que nos queda de humanidad y contrario a lo que promueve la corriente de “positividad” repartida en redes sociales son pocas las opciones de retorno. La esperanza se fija entonces en la protesta y revolución pacífica que despierte conciencia. [ #paronacionalya ]

Haciendo un poco de memoria…ya llegado el final del 2020 sonaba aquella estrofa -yo no olvido el año viejo porque me ha dejao’ cosas muy buenas- justo en ese momento de la memorable pieza de Crescencio Salcedo en mi cabeza retumbaba el sracth de un DJ y la escena se me desdibujaba…empezaba a recordar el nefasto año de pandemia sentada en un sofá y consecuente con eso comenzaba a elaborar un balance personal sobre lo que quedó de la humanidad costeña. 

Durante el 2020 el Caribe colombiano enfrentó los efectos de políticas centralistas que siguen limitando y precarizando el quehacer cultural, tiñendo de naranja el panorama para finalmente entorpecer el universo creativo inherente a los artistas que vivimos con el Mar Caribe de vecino. Fue un año duro para los artistas locales, para los museos y centros culturales, fue una pesadilla para las redes de bibliotecas y el 2021 sigue dando material para entender que de esta salimos organizados a nivel comunitario porque no hay de otra. Pertenecemos a territorios con un pasado lleno de ilegalidades que sigue sirviendo de excusa para generar el mismo caos.

En hechos puntuales la pandemia del Covid-19 se llevó por delante estructuras sociales ya de por sí endebles, a la falta de políticas publicas efectivas y entidades robustas para la mitigación del riesgo por contagios se sumaron la falta de recursos para la sostenibilidad de ciudades con altos indices de marginalidad y pobreza (Cartagena, Santa Marta, Valledupar, Rioacha) y no contentos con esto los cartageneros y la costa en general sufrimos las consecuencias de un sistema de salud lleno de inconsistencias provenientes claramente de la desgracia infinita que sigue representando la Ley 100. 

La atención “básica” de necesidades pasa porque nos consideren seres básicos…y eso no solo esta mal, es triste e indigno. Finalmente las necesidades nunca son básicas y aumentaron en pandemia por lo tanto, pasaron a tener el rotulo de vitales pero siguen siendo atendidas desde la mediocridad de un Estado ahora naranja.  [ #rentabasicaya ]

Sí, logramos sobrevivir, pero a qué costo? Sencillamente enfrentando una realidad incoherente, cruda y casi sureal pero ademas asumiendo los estragos de un pasado político corrupto que lejos de apartarse a un lado y dejarnos construir ciudad parece afincarse sin compasión dejando sin horizonte a comunidades presas de su propia marginalidad. 

Reinvertarnos no ha sido suficiente.

Cartagena no se reactiva, solo se reapertura sin control efectivo y priorizando en salvavidas al turismo y luego al ciudadano. La ciudad solo reabrió inventando modelos que promovían nuevas deudas con el sistema más mezquino de todos: los bancos. En el centro histórico de la ciudad se llego a prohibir la presencia de los artistas urbanos y artesanos, mas sin embargo,  si se permitían las fiestas privadas de hasta 100 personas. Una incoherencia tras otra que hace innegable las consecuencias económicas y sociales. 

El 2020 casi terminaba y no contentos con un virus que no para de dar vueltas y que normaliza taparnos el rostro, tuvimos que soportar los embates del cambio climático y la variabilidad en nuestros ecosistemas empezando por los de manglar que en nuestra área son los encargados de ayudar a oxigenar cuerpos de agua y controlar los efectos de las tormentas…Nos llegó un huracán, IOTA fue la cereza del pastel, tanto así que a la fecha de hoy nuestros hermanos en Providencia siguen esperando que reconstruyan sus casas, el huracán pasó el 13 de noviembre por suelo costeño llevándose todo lo que pudo a su paso incluidas algunas esperanzas de cambio. Con el agua a la rodilla, lanzamos voces pidiendo hablar sobre cambio climático y la posibilidad de declarar a nuestra Ciénaga de la virgen, sujeto de derecho. Seguimos esperando que se haga visible uno de los mayores problemas ambientales en Colombia: La bahía de Cartagena y sus ciénagas aledañas. El “desarrollo de la industria” y la tala de manglar nos ha pasa la cuenta de cobro… 

Sin duda el 2020 fue el año de las reflexiones para esta autora, escribiendo encuentro las razones que no son mías y me permito un ejercicio de observación casi psicoanalítico del ser humano, en este caso los costeños aplicamos al principio de la resiliencia, ese potencial que viene de la física y se traduce perfectamente en la psicología del ser cuando encontramos el mecanismo interno para recuperar nuestra forma y creo que por ahí vamos los costeños lentamente, intentando recuperar y despertando políticamente. 

A día de hoy, en Cartagena enfrentamos temas como la movilidad y la inminente parálisis del sistema de transporte masivo TRANSCARIBE, problemas con las concesiones viales y los peajes internos, la instalación de distritos creativos [ADN naranjas] y un sistema donde impera la autocracia pero tranquilos…todo parece mejorar, el Alcalde ya tiene TIK TOK. 



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