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| Foto: Diana Banquez. Bocachica, zona insular |
Uno se devuelve y es exactamente eso que tanto no quería ser; entonces de la nada llega el domingo, después del sábado por la tarde y antes de la angustiosa mañana del lunes. Un día completamente incierto, perfecto para el aterrizaje de los pensamientos más profundos y para el reproche. Por eso los domingos pensamos en la madre, la herida y todas esas putas manías que no te sueltan.
Los domingos entiendo y exteriorizo todas las manías que aprendí de las mujeres de mi casa, las buenas y las no tan buenas. Los domingos he aprendido a mirar desde el balcón con paciencia y emoción cómo transcurre la cotidianidad que no es mía. Ellos, llegan a la iglesia emputados, con mala cara. una señora muy elegante apura a una niña que tiene cara de sueño y que a leguas se nota que no puede cerrar la puerta del carro y cargar la biblia al mismo tiempo.
-apúrate! se acaba la alabanza- eso es todo lo que puedo escuchar, otras de las manías es averiguar la vida ajena...qué le vamos a hacer!
Pisan la entrada de la Iglesia y hay sonrisas, se les olvida la pelotera para estar listos a tiempo y temprano una mañana de domingo...los niños solo quieren dormir. El, solo quiere quedarse en la cama con ella, pero ella siente culpa si no está con Cristo una mañana de domingo, a ella ya no le gusta el domingo sin afán. Que extraña necesidad.
Cantan y alaban a su Dios.
Un Dios hetero, puro, hegemónico de paso y con ganas de jubilarse.
Salen felices, eso parece, todos dicen: Dios te bendiga, van a almorzar...apenas es domingo y es medio día.
-Receta para un domingo lleno de manías: el arroz sepultado de mi abuela "La nena".
texto incluido en: Pregonero, segundo libro de Diana Banquez para LABMATRONA, proyecto editorial de The_rebelcheforg
Y sí, qué delicia el tiempo lento de los domingos cuando, sin prisa, se
ReplyDeletecocina.
La cocina en domingo... un placer.
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